Alejaos a las doce para que no os pueda recordar hoy,
violada por las promesas de decadencia privilegiada
musitaré vuestros escombros entre la tramontana,
los míos desde el ostro
espasmódicamente
penetrarán en el olvido
donde durante nueve meses se formarán en alivio.
Ni abriré la boca ni separaré los muslos hasta que necesitéis el aire
y entre poros, oídos, narices, también recto y lagrimales
vacíen la luna de reflejo
que con fuerza de poniente despuntará las cicatrices de mis entrañas
en un alba
que levante apática otro treinta de marzo.