Entre la quinta y la sexta siempre oigo tres mil
Abro la boca y se me van otras tantas,
Tengo yo la que no hallas,
Paré una y la bebí.
Sea mis brazos, tu hombro, su decir
Que si respiro deviene,
Y muerte ninguna alcanza
Más que la de tu vana alabanza,
Pues por codicia esperanza,
Paré una y la bebí.
Trascendió lo inmutable,
De un charco la cogí,
Mientras en la ceja
La fuerza opuesta golpeaba:
Tendí la mano,
Y enmascarada,
Paré una y la bebí.
Te las dejo para ti,
Es esta la que no hallas,
Gota densa de carmín,
Pues soy yo la que no hallas;
Me paré y la bebí.
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