domingo, 22 de agosto de 2010

Pero te toco y no suenas...

Leo las partituras de lágrimas futuras
en notas que mis dedos ralentizan
en una ejecución plausible para una minoría
- que te incluye en sus fiestas de opio-.

La pátina perezosa gime en las cuerdas,
que aferradas al cálculo
pierden las ondas en el estucado.

No importa a los pies de qué dioses prolongue los míos
en séptimas ascendentes
que te toco y no suenas.