Londres 5/XI/06 00:27
Noche de sábado. Quince minutos. Un lugar: Primrose Hill. Un sonido: petardos. He visto a las chispas intentar prender fuego al nublado Londres. Serían hacia las diez y media de la noche; un frío terrible, ese tipo de frío que adoras. Sientes tu cara tapiada y das gracias a Dios si previste la baja temperatura cubriéndote con dos chaquetas y un buen foulard. Mi mano sosteniendo un cigarrillo brillaba más blanca que el aureola de las farolas al límite del parque. Palmeras de colores intentan petar las nubes, no hubiese estado mal con tal de hacer salir el Sol. Pero estaba la Luna, luna llena, observando el panorama como la pupila de un cíclope puesto. Desde la cima se ve un Londres resplandeciente, libre de injurias. Los fuegos artificiales tacaban una sinfonía de friegues y vientos orquestrales. Un film estático, como yo ante semejante escenario. Resonaban las explosiones haciendo eci allí abajo. Precioso. "No esperéis los fuegos"-les he dicho a mis amigos-"aunque los oigáis. Así como la tormenta sí que llega, éstos no."Aprovecho pues, enciendo un fuego tras otro.
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