No miras nada que no quieras ver,
cada vez se te ve menos;
deja que se sienten encima de tí
llorando por el cadáver de Serafín.
Las ocho es buena hora,
no interesa forzar los párpados.
Las pupilas se sirven de la luz
pero no pueden mirarla.
Tapiza el apoyabrazos
cubriendo la sangre de los llantos
y apártate hacia un lado
cuando de huir se trate.
Tócale las Cuatro Estaciones a la Natividad,
periodo de alivio y reminiscencia;
recuerda que lo malo no termina
cuando lo bueno empiza.
No peques de humildad,
pues la humildad denota
la consciencia de realidad
y el ansia de conquista rota.
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